Estética del reclamo feminista:
Desde hace algunos años he reflexionado sobre la dramatización simbólica de las marcas que se exhiben en las marchas políticas. Considero que la antropología cultural debe tomarse en serio las expresiones simbólicas que tienen lugar a través de estéticas, emblemas, teatralización de dramas sociales y performances durante las marchas ciudadanas y para ello es indispensable la fotografía. La mayoría de las veces, las crónicas se enfocan más en los discursos basados en las consignas o en los discursos verbales de los mítines, y aunque los recursos simbólicos son más utilizados en las marchas, frecuentemente se les brinda poca o escasa atención. Por ello, en trabajos anteriores he propuesto un método de análisis hermenéutico que sea útil para dar lectura al sentido de una riqueza simbólica, expresada en el uso de estéticas, de emblemas, de la actuación teatralizada de dramas sociales, con los cuales se manifiestan los ciudadanos que asisten en las marchas y que dan cuenta de estrategias discursivas icónicas que van más allá de las palabras. Este trabajo se puede consultar en: Renée de la Torre: “El análisis fotográfico como recurso hermenéutico de los símbolos ritualizados en los dramas sociales”. En Hugo José Suárez, Karina Bárcenas y Cecilia Delgado (coords). Estudiar el fenómeno religioso hoy: caminos metodológicos: ISS/UNAM, Ciudad de México 2019, pp. 99-130.
Estas imágenes capturan algunas de las estéticas puestas en marcha el 8 de marzo en Guadalajara en 2020 y 2022. Para ello he echado mano de la fotografía La selección de cinco fotos desea hacer oír a las estéticas. Durante las marchas las distintas consignas se encarnan en cada cuerpo. El performance de la apariencia constituye un mensaje subversivo capaz de transformar cuerpos en cuerpas, de romper tabús, de quitar sostenes y de irrumpir silencios. La pañoleta verde al puño es una exigencia por los derechos sexuales, las camisetas moradas simbolizan y demandan la equidad de género, el rojo manifiesta la violencia, el humo rosa convoca a la unión lúdica de las mujeres. Las marchas de las feministas no son homogéneas, en ellas se expresan distintos reclamos, dolores y perdidas, y se exigen diferentes revoluciones. Los coros, los brincos, las manos empuñadas unen en una sola ola, mientras que las manifestaciones corporales exaltan la individualidad encarnándola. “Libres, seguras y sin miedo”, “vergas violadoras a la licuadora”, “ni una más”, “nos queremos vivas” son lemas coreados a una sola voz que acompañan el paso de la marcha. Las pañoletas, las camisetas, los cabellos teñidos, las pintas de la ciudad, la intervención de los monumentos públicos, los rostros cubiertos y los senos descubiertos constituyen lenguajes de la disidencia feminista. Lo que se cubre o lo que se decide tapar expresa más que mil palabras.