Fotos: Xóchitl Leyva Solano

Corría el año 2000, habían pasado ya seis años de guerra contrainsurgente contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y sus aliados. Se habían firmado los llamados “Acuerdos de San Andrés” en febrero de 1996 pero no se habían materializado en la constitución. Estaba a punto de salir de Chiapas la marcha del Color de la Tierra a la Ciudad de México en la que las y los zapatistas recorrieron el país y ocuparon el Zócalo para interpelarnos sobre la importancia de hacer ley lo acordado con el gobierno mexicano: la autonomía indígena.

En ese contexto de extrema violencia, pero también de diálogos por la paz y de un arduo debate sobre los derechos indígenas y la autonomía, fundamos el Proyecto Videoastas Indígena de la Frontera Sur (PVIFS, por sus siglas). Cobijado por el CIESAS Sureste y por el Cesmeca-Unicach, el PVIFS es un espacio colectivo de trabajo con jóvenes y jóvenas indígenas y no indígenas, con colegas, estudiantes, artistas y artivistas de Chiapas, México y de diferentes partes del mundo. Su misión es trabajar a favor de la autonomía audiovisual de la mano de mujeres y jóvenes(as) de los pueblos originarios y afrodescendientes. Algo pionero que marcó un parteaguas dentro del CIESAS y en las universidades locales y nacionales. En esta foto recordamos a una de las primeras diplomantes: Hortensia Gómez López de la Organización de Médicos Indígenas del Estado de Chiapas (OMIECH). Ella, con una veintena de jóvenes(as) indígenas, cursó aquel primer Diplomado en “Antropología Visual y Derechos Indígenas” con el que entonces arrancamos.

En 2008, a cinco años de la creación de los Caracoles Zapatistas y de sus Juntas de Buen Gobierno, en plena crisis económica mundial expresada en la caída de la bolsa de valores en Wall Street, artistas mayas y una japonesa, comunicadores comunitarios, videoastas indígenas y antropólogos mayas y no mayas, nos reunimos para pensar y actuar juntos ante lo que sucedía en las comunidades (rurales y urbanas): las altas tasas de suicidios, la proliferación del crimen organizado y el creciente consumo de drogas. Todo ello se daba a la par de la expansión de grupos de rock cantando en sus lenguas mayas; a la par que pintores mayas imprimían a sus obras elementos de su cultura ancestral; a la vez que comunicadores(as) comunitarios se formaban para servir a sus propias organizaciones políticas; a la vez que estudiantes universitarios(as) indígenas cuestionaban las formas coloniales de conocer, saber y crear.

La pintura que ahora les compartimos es la portada de nuestro libro de autoría colectiva llamado Sjalel Kibeltik armado por diez personas miembros de la Red de Artistas, Comunicadores Comunitarios y Antropólog@s de Chiapas (RACCACH): Axel Köhler, Xochitl Leyva Solano, Xuno López Intzín, Damián Guadalupe Martínez Martínez, Rie Watanabe, Juan Chawuk, José Alfredo Jiménez Pérez, Floriano Enrique Hernández Cruz, Mariano Estrada Aguilar y Pedro Agripino Icó Bautista. En este libro hablamos sobre nuestras experiencias de vida, nuestra manera de ver el mundo y nuestras memorias. El libro apareció en tres lenguas mayas y en español. Las y los creadores de Sjalel Kibeltik nos inventamos lo que luego en lengua académica le llamamos la “investigación con raíz, corazón y co-razón”. Un modo -¿metodología?- pionero que irrumpía las prácticas antropológicas dominantes y las de las Academias de arte enfocadas, ambas, en el mercado capitalista global neoliberal.

En esta foto vemos una de las instalaciones que realizaron las estudiantes de la Primera Escuela Audiovisual Centroamericana para Mujeres Indígenas, Afrodescendientes y Campesinas. A la foto le dimos el nombre de: “Por la justicia maya, lenca y juchiteca” dado que representaba una de las principales demandas que trabajamos en esa escuela de formación política, audiovisual y feminista comunitaria territorial. A ella asistieron 45 mujeres provenientes de pueblos en resistencias localizados en Honduras, Nicaragua, Guatemala y el Sur de México (Chiapas, Yucatán, Oaxaca y Puebla). Mujeres de los pueblos: xinca, mam, ch’ol, ikoot, zapoteco, zoque, creol, kaqchikel, maya yucateco, tseltal, tsotsil, q’eqchi’, mixteco, chortí, pech, lenca y garífuna. Eran mujeres avaladas por sus diferentes instancias organizativas: colectivos-familia, comunidades en resistencias, colectivas feministas, preparatorias autogestivas, organizaciones, movimientos o redes alter y/o anti. Nadie iba como individua, se tratada de mujeres parte de espacios de lucha, vida y resistencia.

La escuela la organizamos la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI), el Proyecto Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS) y la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH). Ella se llevó a cabo en el poblado de Vallecito, un asentamiento de 1,200 hectáreas recuperado por OFRANEH frente al narcotráfico y el monocultivo de la palma africana. Como las compañeras garífunas nos señalaron, Vallecito es el lugar que las ancestras escogieron para crear la nueva vida; la vida más allá del capital, de la violencia patriarcal y de la tecnología enajenante. Es el lugar para reconectarnos con nosotras mismas y con lxs otrxs. Es un recinto espiritual y un experimento social donde se vive, come y cocina en común y en donde se recibe a personas de OFRANEH o de organizaciones hermanas que necesitan sanación y solidaridad para retejer entre todxs la Red de la Vida.

Este collage es la portada del libro intitulado “La situación del derecho a la comunicación con énfasis en las y los comunicadores indígenas y afrodescendientes de América Latina”. En él, el Proyecto Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS) realiza una investigación para, con y desde los miembros de CLACPI. Su principal objetivo es visibilizar la situación en que viven y llevan a cabo su quehacer las y los comuni­cadores indígenas y afrodescendientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela.

El collage fue realizado por Rina Pellizzari Raddatz, Axel Köhler y Xochitl Leyva Solano. Las fotos vienen de los contextos de trabajo, vida y lucha de los y las comunicadoras indígenas y afrodescendientes de Abya Yala. La imagen de la hoja derecha en el extremo inferior derecho es de Marcelo Catrillanca frente a un fotoperiodista en la marcha realizada el 3 de marzo de 2019, para exigir la desmilitarización del Wallmapu, la libre determinación Mapuche y justicia para su hijo, Camilo Catrillanca, asesinado el 14 de noviembre de 2018 por el “Comando Jungla”, grupo policial especial creado por el entonces presidente de Chile Sebastián Piñera. Foto de Adkimvn, en línea: <www.adkimvn.org>. La Foto superior derecha da cuenta de una comunicadora comunitaria en Bolivia. Fuente: Archivo del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (Cefrec). La foto inferior izquierda muestra una niña garífuna en un taller de radio impartido, en Hondura, por Comunicadores y Comunicadoras Populares por la Autonomía. Fuente: Archivo de Comppa. La foto centro izquierda es un carro lanza-agua de los Carabineros de Chile. Fuente: <www.taringa.net/+imagenes/policias-anti-disturbios-de-algunos-paises-del-mundo_gmg93>. El fotograma de la hoja del lado izquierda fue tomado de la videomemoria de la Escuela de Formación Mesoamericana para Mujeres Indígenas, Negras y Campesinas de Centroamérica y el Sur de México. Fuente: Archivo de CLACPI.

En esta foto podemos ver a las y los tres estudiantes mayas tseltales (Anita, Naman y Xela) de la Pluriversidad Yutsilal Bahlumilal de Gobierno Comunitario de los quince que formaron la primera generación de algo que, entre autoridades, comunidades y jóvenas-jóvenes, Misión de Bachajón, Cediac y el Proyecto Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS) llamamos “agroecovisuales”. Un cargo comunitario inventado colectivamente en medio de la pandemia del Covid 19 y como parte de una demanda jurídica por la autonomía que dan las y los miembros de una lucha campesino-indígena llamada Gobierno Comunitario. Lucha que desde 2017 exige en tribunales el derecho a ejercer la libre determinación y su autonomía.

La integración de los jóvenes y las jóvenas a la lucha política es siempre un reto enorme, para lograrlo en la Pluriversidad se está echando mano de las herramientas audiovisuales tejidas con la agroecología y los saberes ancestrales de los mayores y mayoras así como de los Canan Lum (Cuidadores de la Madre Tierra). Ello ha sido una vía eficiente para echar a andar la “Licenciatura en Autonomía Agroecovisual y Derechos indígenas” en manos del pueblo maya tseltal de la región Ch’ich’ que asienta sus raíces en tiempos coloniales y va desarrollando su lucha de mil formas a lo largo de más de quinientos años, a lo largo de sesenta años de trabajo pastoral en lo que es el radio de la Misión de Bachajón y, desde 2011, como parte del Movimiento de Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite).